Sofía subió al micro con la misma seguridad de siempre, pero hoy había decidido destacar aún más. Su falda tableada corta, de color negro, se movía ligeramente con cada paso que daba, capturando miradas discretas de los pasajeros. La acompañaba un crop top blanco, que dejaba ver su piel brillante bajo las luces frías del vehículo, junto con unos botines elegantes que combinaban comodidad y estilo. Su bolso pequeño, cruzado, completaba el look, mientras un cinturón delgado acentuaba su figura.
Cuando comenzó a moverse dentro del abarrotado espacio del micro, su andar proyectaba confianza. Observó a su alrededor, buscando al próximo pasajero que captaría su atención, hasta que se encontró con él: un hombre de pie junto al pasillo, cuya mirada fija parecía desarmarla desde el principio. Su postura relajada y la ligera sonrisa en su rostro lo hacían destacar del resto.
Ella ajustó el barral superior con una mano, alzando ligeramente los brazos, lo que hizo que la falda se moviera apenas, dejando entrever un poco más allá. Él, sin apartar la mirada hacia ese "más allá", respondió con una seguridad que la descolocó por completo. "¿Siempre disfrutas tanto del caos o es solo hoy?", preguntó con voz firme, iniciando un juego que Sofía no había previsto.
Sofía, desconcertada pero intrigada, mantuvo su sonrisa y replicó con un tono juguetón: "Depende del tipo de caos". La conversación avanzó con comentarios directos y respuestas inesperadas, mientras el ruido de los demás pasajeros parecía desvanecerse, dejando que el vaivén del micro acompañara las palabras entre ellos. Los empujones por detrás, que se sucedían con cada frenada, solo alocaban más a Sofía, quien, con una estoica resistencia, recibía cada acercamiento. Con las manos alzadas, hacía que su falda pareciera aún más corta y cada roce más sensible.
Cada frase que él decía desafiaba su acostumbrado control, y por primera vez, Sofía sentía que alguien la veía más allá de sus juegos. Cuando el micro giraba bruscamente, los movimientos del vehículo intensificaban los momentos de cercanía, pero esta vez no era ella quien manejaba la situación; era él quien parecía dirigir los pasos invisibles de este nuevo juego.
Al llegar a su destino, el desconocido bajó del micro antes que ella. "Nos vemos en el próximo caos", dijo con una sonrisa enigmática antes de desaparecer entre la multitud. Sofía, aún sujetando el barral, lo observó mientras se alejaba, preguntándose si el encuentro había sido casual o el inicio de algo mucho más profundo. El resto del día, su mente estaba llena de preguntas y emociones que no podía explicar, y por primera vez, sentía que su rutina diaria había sido completamente transformada.
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